Por el Dr. Kent Bradley, Director de Salud y Nutrición, Herbalife Nutrition, y Travis Arnold, Presidente y CEO, Feed the Children
La pandemia tuvo un impacto inimaginable en el mundo. Aparentemente de la noche a la mañana, se cortó la cadena de abastecimiento mundial, se puso un freno a los negocios y la población enfrentó la crisis sanitaria más grande de su generación. La pandemia dejó al descubierto otro desafío mundial: el hambre.
Según un sondeo reciente sobre inseguridad alimentaria encargado por Herbalife Nutrition y Feed the Children, ocho de cada diez personas encuestadas en Centro y Sudamérica sufrieron inseguridad alimentaria en algún momento de su vida. De esa cifra, el 50% la experimentó por primera vez desde el comienzo de la pandemia. En nuestra región, los rostros de la inseguridad alimentaria desafían los estereotipos a medida que aparecen filas serpenteantes de autos en los bancos de alimentos. Personas que antes donaban de repente se encontraron del otro lado de la fila de donaciones. Estos acontecimientos empeoraron rápido las necesidades críticas de un sistema de suministro de alimentos y servicios que ya está bajo mucha presión y se adapta para ampliar esos servicios con menos recursos. Cuando nos ponemos a pensar en cómo será el mundo después de la pandemia, debemos focalizarnos en el creciente problema de la inseguridad alimentaria y sus implicancias tanto en el crecimiento personal como en la economía. Debemos acelerar el trabajo conjunto de asociaciones entre empresas y organizaciones sin fines de lucro con los gobiernos y ONG para brindar a las personas la nutrición urgente que necesitan para tener un futuro saludable.
A modo de ejemplo, podemos mencionar la asociación entre la compañía de nutrición global, Herbalife Nutrition, y una organización sin fines de lucro líder en la lucha contra el hambre, Feed the Children, bajo la iniciativa Nutrición para Hambre Cero de la compañía. La pandemia precipitó una crisis alimentaria y asistencial, ya que el desempleo alcanzó un máximo histórico a nivel nacional y un número sin precedentes de familias tuvo que buscar ayuda. El sondeo de 9.000 personas a nivel mundial, incluyendo 2.750 en Centro y Sudamérica, reveló que el 45% de aquellos que experimentaron inseguridad alimentaria salteó comidas y el 11% manifestó que no sabía dónde conseguiría la próxima comida. Además, el 31% de las personas que experimentaron inseguridad alimentaria no tenía dinero suficiente para comprar comida. A nivel mundial, los resultados mostraron que el 49% experimentó inseguridad alimentaria durante su vida; de esa cifra, el 61% lo hizo por primera vez desde el inicio de la pandemia.
Los niños en riesgo
En Centro y Sudamérica, el 80% de los padres manifestó que sus hijos actualmente estudian a distancia y casi 5 de cada 10 de ellos expresó que generalmente contaban con la comida en la escuela para garantizar que sus hijos tuvieran comidas saludables. Muchos niños que ya no concurren a los centros de atención o a las escuelas en forma presencial tienen acceso limitado a las comidas de la escuela, que constituye una fuente de comidas nutritivas para millones de estudiantes. El 70% de los padres a nivel mundial manifestó que sus hijos actualmente estudian a distancia y casi 6 de cada 10 de ellos expresó que generalmente contaban con la comida en la escuela para garantizar que sus hijos tuvieran comidas saludables.
Dado que la inseguridad alimentaria y la mala nutrición están asociadas a diversas enfermedades crónicas, la crisis de acceso a los alimentos amenaza con intensificar las disparidades en la salud de los niños y familias en riesgo. Según la Organización Mundial de la Salud, la desnutrición materno infantil es la causa del 45% de las muertes en niños menores de cinco años. Los efectos de la inseguridad alimentaria pueden ser duraderos y robarles a los niños la oportunidad de tener un futuro mejor.
A nivel internacional, Feed the Children implementó varios programas de desarrollo comunitario orientados a los niños con foco en reducir la inseguridad alimentaria, enseñar sobre la salud y promover la autosuficiencia para mantener el desarrollo infantil y construir un futuro más saludable. En 2020, incluso bajo la presión extra de la pandemia, con la ayuda de sus socios corporativos lograron distribuir más de 39.825 toneladas de alimentos y artículos esenciales entre niños necesitados y sus familias en todo el mundo.
Más allá de los niños
Las comidas de las escuelas son tan solo una parte de la alimentación saludable y los resultados hallaron que el 60% de los encuestados a nivel mundial expresó que lucha por hacer una dieta que esté alineada con las guías alimentarias nacionales de su país.
La pandemia mundial está profundizando la inseguridad alimentaria y, hoy más que nunca, existe la necesidad urgente de brindar acceso a alimentos saludables y nutritivos a las poblaciones en riesgo. A través de la iniciativa Nutrición para Hambre Cero, estamos trabajando juntos a fin de ofrecer recursos, comidas y educación para ayudar a alimentar a los necesitados durante y después de la pandemia.
Los dos socios planean continuar trabajando a través de nuestra red de socios comunitarios. Esto nos permite llegar a los niños y sus familias en sus propias comunidades. Una de las lecciones más importantes que aprendimos durante esta pandemia es que no existen dos comunidades iguales. Es importante adaptarse a la situación en tiempo real para llegar a los niños y sus familias donde estén.
Con un fuerte foco en hacer que la nutrición sea más accesible, erradicar el hambre y promover las oportunidades económicas, asociaciones como las que conforman Nutrición para Hambre Cero garantizan la nutrición adecuada de las personas y del planeta para crear un mundo más saludable. Hoy más que nunca, las compañías deben comprometerse y trabajar con las organizaciones comunitarias para satisfacer las necesidades de nutrición cada vez más grandes de un mundo en dificultades. Estos cambios críticos y masivos en nuestra sociedad solo se pueden lograr a través de estas relaciones de profunda colaboración.